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Mike Álvarez: “Te ganas el respeto, no lo puedes exigir”

26/01/2020

Mike Álvarez

Alexander Mendoza | Prensa LVBP

Barquisimeto.- Mike Álvarez prefiere no hablar de sí mismo, los resultados en el terreno se encargarán de juzgarlo, y aunque casi siempre el veredicto es favorable, prefiere estar de bajo perfil. Sale al terreno temprano, se reúne con sus lanzadores, habla sobre lo que deben hacer y lo que es mejor desechar. Instruye y le escuchan.

“Sé lo que puedo ofrecer a los lanzadores y también lo que no puedo ofrecerles, y al final del día los que hacen el trabajo son ellos. Prefiero que sean ellos los que hablen, que estar a la luz, porque el protagonista es el lanzador, que está allá afuera. Los que ganan son ellos”, afirma sin titubeos el habanero, de 61 años de edad.

“Soy coach de pitcheo, no manager. Así que me mantengo en mi lugar. Y, no quiero que suene mal, pero ni ego no es grande”, apuntó.

Álvarez ha sido uno de los instructores de lanzadores más exitoso de la LVBP. Ningún otro técnico extranjero suma tantos años de servicio en el circuito en la actualidad. Han pasado 21 años desde que vino por primera vez al país, para vestir el uniforme de los Tiburones de La Guaira, de la mano de su compatriota cubano José Martínez, que por aquella época era una suerte de asesor del mítico Pedro Padrón Panza, dueño del club.

“Nunca pensé que iba tener una carrera tan prolongada en Venezuela. Martínez (Bravos de Atlanta), que era muy pegado a Padrón Panza, le habló de mí en 1998 y entonces vine. Siempre quise lanzar aquí. Los números míos (en Ligas Menores) decían que sí, pero mis habilidades no”, recuerda Álvarez, que por aquella época contaba seis años de retirado y era pitching coach del Greenville Braves. “No tiraba duro, sabía pitchear, pero nunca me tocó venir como pelotero y hacerlo como técnico me alegró muchísimo. Porque uno escuchaba de Venezuela. José Martínez, mi gran amigo y mentor, siempre hablaba de la pelota de aquí. Aquel equipo de La Guaira era muy joven, (Jorge Julio) Tapia tenía como 18 años y el pitcher de más jerarquía era Felipe Lira, que había lanzado en las Grandes Ligas con Detroit. También recuerdo a un importado, Lou Pote, de esos americanos que se enamoran del país y se fajan, fue un fenómeno. Podía abrir o relevar, nunca se quejaba”.

El técnico se quedó con La Guaira hasta la 1999-2000, luego vistió los uniformes de Leones del Caracas (2002-2003), Navegantes del Magallanes y Caribes de Anzoátegui, en los que ha estado en cada uno de los tres títulos de la franquicia, con una breve pasantía por Cardenales (2013-2014).  

 

Mike Álvarez ha sido uno de los coaches de pitcheo más exitosos de la LVBP

Durante esos años se ha ganado el respeto de los lanzadores que tiene a su cargo y el de los equipos rivales.

“Mike es un verdugo en lo que hace”, destaca el slugger Luis Jiménez, cuando contestó preguntas sobre la estrategia de Caribes de usar a tres abridores zurdos seguidos en el inicio de la Serie Final. Jiménez pasó tres campañas y media con la Tribu, antes de ser cambiado al final de la eliminatoria para Cardenales.

Hace un par de años, cuando Freddy García reforzó a los orientales durante la postemporada y luego los acompañó a la Serie del Caribe en Guadalajara, México, tuvo palabras de elogios para con la labor del coach.

“Siempre es bonito saber que ellos aprecian y consideran a uno, así se trate del más mínimo detalle. Porque vamos a estar claros, qué le pude haber dicho a Freddy García sobre cómo lanzar. Una figura tan grande como él. Tal vez, desde fuera, le puedes hacer ver algo que no haya notado, sólo eso”, sonríe Álvarez, que estudió y lanzó en Louisiana State University, antes de ser firmado por los Orioles de Baltimore en 1980. “Uno se gana el respecto. No lo puedes exigir”.

Por las manos de Álvarez han pasado cientos de lanzadores. No puede hacer una lista exacta de a quienes recuerda más, pero le salta a la memoria Adam Wainwright.

“Lo tuve en Atlanta a los 19 años de edad (en 2000). Poseía una habilidad increíble, un gran futuro. Pero él tenía una idea de lo que quería ser y nosotros otra (en Atlanta). Pensábamos que sería un pitcher de poder y curva, él se asumía como un lanzador de sliders y sinkers. Así que, como todo joven, tuvimos nuestros encontronazos y lo reté, pero no para ayudarlo en sus lanzamientos o cómo hacerlo desde la lomita, fue más como persona. Como era un número uno, lo reté a que se comportara como tal (con el Greenville, Doble A). Entonces, a mediados de temporada, comenzó a ser líder con el ejemplo, llegaba temprano, trabaja mucho. No creo que yo haya sido el único que tocó a ese muchacho, pero nuestra labor también es formarlos como hombres y buenos ciudadanos. Porque los padres nos los entregan a temprana edad”.

Ese año temporada Wainwright fue cambiado a San Luis donde desarrolló una gran carrera.

Álvarez también puede mencionar a Liarvis Breto o Jean Toledo en Anzoátegui. “Pero es más fácil que ellos hablen de lo que hago y no yo de ellos, porque lo usual es que se adapten a mi forma de trabajo. Un técnico no puede adherirse a 20 o 25 personalidades diferentes”.

Álvarez siempre está a un paso de salir al terreno en su posición en el dugout o al menos es lo que parece. Y en algunos casos sale a hablar en medio de un turno con su pitcher. Eso no es de fácil aceptación para un tirador y a algunos lanzadores les molesta. Pero Álvarez tiene la ascendencia necesaria para hacerlo.

“Siempre tiene que decirles la verdad, ser honesto con ellos”.

Por eso, en Anzoátegui se ha convertido en una referencia de éxito. A pesar de ser un club al que se le asocia con una contundente ofensiva, en la zafra 2010-2011 terminó primero en efectividad (3.43) y en la 2014-2015, se ubicó segundo en promedio de carreas limpias (3.78). En esos años, Caribes fue campeón y en la 2017-2018, la última vez que se llevó el título, los brazos indígenas tiraron para 3.00 de efectividad en la Serie Final. Este año el pitcheo los portocruzanos mejoró en enero muchísimo con la incorporación de Álvarez, desde 4.50 en la eliminatoria a 2.66 en la Serie Final.

 

Álvarez sempre quiso lanzar en la LVBP en sus días de activo, pero no se arrepiente de llegar al circuito como técnico

Una vez más, Álvarez prefiere no hablar en primera persona, cuando intenta explicar tales resultados.

“Pienso que uno se acomoda a los managers. Le decía: ‘Omar (López) estoy viendo algo, voy a salir’. Y me daba luz verde. Sobre todo, en sus primeros años. Luego eso cambió, porque Omar tiene un gran conocimiento sobre sus lanzadores, algo que debe ser una característica de un buen manager. De eso se trata. Porque cuando tienes un equipo bueno, ¿qué es lo más que puedes hacer durante el juego? Tocar la bola, bateo y corrido, robo de base, un corredor o bateador emergente, cambiar el lineup cuando sea necesario. En ese sentido, Jackson (Melián) también tiene ese conocimiento, algo muy valioso al momento de dirigir”, afirma Álvarez, que en un lustro con López como piloto, fue parte de dos equipos campeones.

“Hay momentos, en un conteo de 2-2, que estoy loco por salir a hablar con el lanzador para decirle algo que vi y que yo pensaba que podía determinar ese turno. Pero en ocasiones tienes que aguantarte, por el lanzador. Un tipo como Félix (Doubront), tienes que escoger muy bien el instante exacto para salir a hablar, porque él maneja su juego. Todo dependerá de la capacidad del lanzador para salir de los problemas”.

Álvarez asegura que se comunicó muy bien con el dominicano Julio Franco, primer manager campeón de Anzoátegui y luego con López.

“Claro hubo discusiones, como en cualquier familia, pero en términos sanos. Simplemente opiniones o puntos de vista antes del juego. Igual ocurrió con Luis Salazar y John McLaren, en La Guaira. Las relaciones fueron muy buenas. Tuve la dicha de trabajar con grandes personas. Los coaches deben ajustarse a su manager”, insistió.

 

“¿QUÉ LE HAS DADO AL BEISBOL?”

Bill Fisher, ya fallecido, coach de pitcheo de Boston entre otras organizaciones, que tuvo como pupilo a Roger Clemens, fue una de las personas que más influyó en la carrera de Álvarez. Al menos en su manera de encarar la profesión.

“Una vez, en un entrenamiento de primavera, nos reunimos varios coaches, algunos jóvenes, y el viejo Fisher estaba en el medio de todos. De pronto nos dijo: ‘Les quiero hacer una pregunta: ¿Qué le han dado al beisbol, que antes no tenía?’ El silencio fue total durante unos dos o tres minutos. La cabeza me explotó. Mi respuesta fue ‘nada’. ‘No le he dado nada al beisbol’. Es decir, todo lo que nosotros sabemos, lo hemos aprendido de otra persona o de observar algo que se transmite de generación en generación. Así es como aprendes, como te mantienes con los pies sobre la tierra y asumes lo que haces con humildad”.

 

Mike Álvarez tiene una gran ascendencia en el clubhouse de los Caribes de Anzoátegui 

LA CLAVE DEL PITCHEO, SEGÚN MIKE ÁLVAREZ

  • Trabajar adelante en la cuenta y en buenos conteos.
  • Hacer los ajustes necesarios. Estar dispuesto y tener deseos de aprender.
  • Repetir la mecánica, la entrega, para dificultarle al bateador identificar los pitcheos.
  • Se debe controlar a los corredores en las bases, a los que roban bases.
  • Fieldear tu posición y hacer buenos tiros a las bases. Muchas veces se menosprecia eso. Por un mal tiro se puede perder un juego. Detroit perdió una Serie Mundial tirando a las bases y fieldeando (en 2006, los lanzadores de los Tigres incurrieron en cinco marfiladas que fueron determinantes en la caída ante San Luis, en cinco desafíos).
  • Comando en la parte baja de la zona, es decir, localizar tus lanzamientos en lugares precisos. Ese es el comando.
  • Poder lanzar a ambos lados del plato con la recta. Utilizar la recta en cuadrante imaginario que dibuja una “X”. Arriba y pegado, abajo y afuera, hacia el lado opuesto.
  • Tener control y/o comando en tres lanzamientos diferentes Algo muy importante porque no siempre tienes todos los lanzamientos funcionando. Pero si cuentas con dos o tres pitcheos que localizas, tienes chance de ganar o colocar a tu equipo en posición de ganar.
  • El enfoque es fundamental. Algo que dominan los lanzadores de Grandes Ligas, más que en las menores o en circuitos del Caribe. Esto lo aprendí de Henry Blanco (receptor). El enfoque de cada lanzamiento para colocarlo donde quieres. Enfocarte y comprometerte con ese pitcheo y después que pase lo que pase. Tu no controlas más nada. Si lo haces tienes chance. Eso no es físico, es mental.
  • Hay que trabajar con buen ritmo y mostrar un aura de confianza tanto para tu equipo como para el rival. La presencia debe ser de seguridad en lo que haces. Se trata de lenguaje corporal.
  • Controlar las emociones en el montículo. No puedes dejar que lo que sientes o está alrededor, influya en tu actuación. Porque no vas a cambiar, porque no vas a tirar más duro, ni vas a tener mejor slider o una curva más efectiva. Entonces hay que controlar la adrenalina.
  • Tener buenos hábitos de trabajo. Es bueno tener habilidad, pero eso no es suficiente a este nivel. Entonces cuando trabajas fuerte, te sientes bien físicamente y eso redunda de manera positiva en lo mental.
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